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Testimonios de algunos alumnos de Domingo

Diálogos con Celia Guccione (nuera de Domingo)

 

WILLIAM GABRIELE, AMIGO Y VECINO. PROFESOR DE DIBUJO.

 

William, ¿usted sabía que Domingo no reconocía los colores, porque era daltónico? Además, decía que cuando dibujaba sentía que no era él, que algo invisible le movía la mano.

 

-¡Sí, sí! ¡Es cierto eso! Porque de la manera en que uno lo veía dibujar… No era un dibujante común que trazaba una línea, medía… No, él dibujaba así (William me hace una demostración del modo compulsivo en que Domingo dibujaba). Si lo ponen a uno a copiar eso no lo copia y tarda veinte años tratando.

 

-¿Cuánto tiempo cree que le llevaría a Domingo hacer esos dibujos?

 

-Capaz que en dos días hacía uno…, él trabajaba de a ratos, cuando estaba dispuesto. Por ejemplo, a mí me mostraba uno que recién había empezado y a los pocos días ya estaba terminado.

 

 

OSCAR MUTTIO

 

-Oscar, yo sé que usted tuvo una relación más que de amistad, de familia con todos los Guccione.

 

-Yo vivía prácticamente en la casa de ellos. La casa estaba sobre la calle 68 y la mía sobre la 66. En ese entonces no estaba toda la cuadra edificada, y para ir a verlos yo cruzaba por el terreno que comunicaba a las casas por los fondos. Con Tito, su marido, fuimos creciendo como hermanos. Domingo a mí me quería mucho, cuando ya fuimos más grandes y empezamos a salir, como yo era unos años mayor, él me lo encomendaba a Tito.

 

-Y de los cuadros que pintaba, ¿qué recuerda?

 

-Domingo pintaba, pero nadie lo veía. Encerrado, igual que cuando hacía cosas extraordinarias con la guitarra. Sí nos contaba que no era él quien pintaba; nos decía que estaba poseído por un artista equis cuando pintaba y por un artista equis cuando tocaba la guitarra. “Eso, ustedes no lo entienden”, nos explicaba. Sin embargo no nos quiso inculcar nunca su manera de pensar. Nunca. Porque yo, prácticamente vivía con ellos, como dije, cruzaba el terreno de mi casa y vivía en la casa de Domingo. Aparte, aprendía guitarra con él, fui su alumno por muchos años.

 

-Usted me dice que en la música también canalizaba a un espíritu que lo guiaba. O sea, ¿nunca había estudiado?

 

-Claro que había estudiado. Sabía mucho; leía muy bien la música. Recuerdo que el doctor Rico, que también iba a aprender guitarra con Domingo, nos decía “yo con este hombre me puedo hacer famoso si le salgo de representante”. Cuando Domingo se fue a vivir a Buenos Aires el doctor quiso que fuera yo a su casa a enseñarle, confiaba en mí por haber sido tantos años alumno de Domingo. Es que Domingo era extraordinario para la guitarra, sabía muchísimo. Pero también, igual que cuando pintaba, cuando se encerraba a tocar era porque lo poseían.

 

-Yo siempre supe que al dibujar o pintar sus obra, había una fuerza que él no dominaba, como que él era usado de instrumento. Ahora, que también había momentos en que canalizaba a un músico de eso me enteré a través de lo que me dijeron William y su esposa y de lo que me está contado usted en este momento.

 

-Sí, cuando se encerraba a tocar y yo lo escuchaba, más de una vez le pregunté que pieza era ésa tan bonita que había tocado, y él me decía “no soy yo, estoy poseído. Pero eso es algo que ustedes no conocen y no quiero inculcárselos tampoco”. Otra persona que hace eso lo primero que quiere es contártelo, pero él, no. “Esto es cosa mía”, decía.

 

-Usted también está entre los músicos que acompañaron a Domingo cuando dio un recital en el Teatro París.

 

-Sí, y para ensayar nos reuníamos en la casa de él, en la cocina; hasta doce guitarristas llegamos a ser. Todas las noches decíamos “hoy tenemos cocina”.

 

 

ERNESTO OCHONERO

 

-Yo por ejemplo, daba una lección con el método: tun, tin, tun, tun, tin mientras él dibujaba con una regla y eran como castillos lo que dibujaba.no veía bien yo lo que era. La mesa era grande, yo me sentaba en un extremo y él dibujaba en el otro. Y me decía “no, no estás equivocado, eso no es una cagada de mosca, es un puntillo” Yo me pasaba de largo, en vez de hacer la pausita del puntillo y él decía “por favor, otra vez te equivocaste. Por servicio, haceme el favor, mirá bien la música”. Claro, era un puntillo que yo no le daba bolilla y yo a él no le entendí la música, el solfeo que nos enseñaba, no se lo entendía porque me exigía mucho y cuando me equivocaba pegaba con la regla sobre la mesa.

 

-Sí, Tito me contaba que era muy exigente y que sus comentarios cuando alguien desafinaba eran “¡agg, cómo rasca ese!. Me lastima los oídos”

 

-Sí, yo pude aprender solfeo con otra persona, Domingo no toleraba que no pusiera atención y me exigía tanto que eso hacía que me negara a aprender. Ya después de que mi padre se enteró que cuando iba a tomar las clases me ponía a jugar al fútboll y usaba la guitarra como arco, hizo que Domingo fuera a darme las clases al negocio de mi padre que era peluquero. Y yo estudié porque mi padre me obligaba. A mí no me gustaba la música. Si no hubiese sido por mi viejo yo no hubiese aprendido.

 

 

OSCAR (COCO) LANZAVECHIA

 

-Oscar: A mí don Domingo me enseñó la digitación de la guitarra. Porque don Domingo no nos enseñó mucho a leer música, nos pasaba las piezas. A mí me pasó Una lágrima, de Sagreras; todo trémolo era. Era difícil, era larga, era brava había que estar todo el día ensayándola. Domingo fue un maestrazo. A mí me decía “esta uña cortala lo más cortito que puedas para que no llegue la uña antes que la yema al diapasón. La digitación que yo tengo, que sé que es buena, la digitación…

 

-Oscar: Se la debés a don Domingo. El trémolo se toca como te lo dice la palabra, con tres dedos. Otro tema, de lo más difícil que hay, “Asturias, de Isaac Albeniz”, don Domingo lo tocaba que era una hermosura.

 

-Coco: Cuando yo iba a la casa me enseñaba los cuadros. Los tenía en una caja grande de madera, los conservaba ahí. Todas líneas rectas eran.

 

-Oscar: Ella los tiene. ¿Puedo decir lo que me decía Domingo a mí? “Tanto con la guitarra como con los cuadros, esos temas que yo toco y lo que pinto, no soy yo”. Estaba dirigido; a él lo dirigían. Eso nos decía a nosotros.

 

-¿Uds, recuerdan que música tocaron en ese concierto del cine París?

 

-Oscar: Yo te voy a decir: El Pimpollo, primera, segunda y tercera. Lo más difícil era la tercera porque era todo trémolo. Esa la hacía don Domingo. Primera y segunda hacíamos nosotros, tres y tres. Boncoro y Tito acompañaban.

 

-Coco. Me acuerdo que sacaron una foto y Domingo se impresionó, se puso muy nervioso.

 

-Oscar. Yo acá quiero a aclarar dos cosas. Primero: guitarrista como don Domingo no hubo; y segundo, fue quien llenó Necochea de guitarristas. Vos, Celia, tenés que hablar de Tito, porque Tito también fue alumno.

 

-¿Y cómo era Domingo con Tito?

 

-Oscar: Igual que con todos, muy exigente.

 

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